martes, 19 de abril de 2011

HABLÁNDOLE A LAS MARCAS

Durante tantos años de profesión, son muchos los consejos y los mensajes con buenas intenciones que he "entregado" a clientes y no clientes. Quiero seguir haciéndolo en este blog.

  • No basta parecer honesto, hay que serlo.
  • Y un país también es una marca.
  • La actitud es más importante que la tecnología.
  • Una estrategia de mkt/comunicación en Internet no es un perfil en Facebook
  • Confía en los profesionales: tu opinión no es conocimiento (si no eres arquitecto, no te haces una casa, verdad?).
  • Se coherente con tus acciones y tus declaraciones de "Responsabilidad Social".
  • Respeta a las mujeres.
  • Respeta a los niños.
  • Respeta a los animales.
  • Respeta a la naturaleza.
  • Estás ahí para algo, demuéstralo!
  • Las marcas sois organizaciones y las organizaciones personas. Si las personas no tienen ilusión, no brillan. Haz que tu marca brille.
  • Es ético ganar dinero, hazlo con ética.
  • Hay una revolución cultural, no una revolución de producto.
  • La línea de producción está en la calle.
  • Comprar es una experiencia.
  • Tienes que saber hacia dónde quieres ir.
  • Descubre la creatividad trabajando en equipo.
  • No te fijes en el piano, fíjate en la música.
  • El fracaso es como el mordisco de tiburón: si sobrevives, duele, pero puedes volver a empezar.

Esta lista puede seguir creciendo. Tu también puedes hacer tu aportación.

martes, 12 de abril de 2011

¿SOMOS IDIOTAS?

Estamos hiperinformados y archiincentivados. Desde que las compresas y los bancos se anunciaron en televisión, nada había revolucionado tanto el intelecto de los consumidores-barra-usuarios (o sea, nosotros) como Internet 2.0 o el marketing de los social media.

A mí, para ser sincera, oír tanto sobre "social media" me empacha y me agobia. Además, tengo la sensación de que estamos contaminando nuestro idioma, que la publicidad va sin rumbo y que la ambigüedad del término cada vez es mayor.

Sensaciones particulares aparte respecto a los medios sociales interactivos, objetivamente es verdad que Internet está cambiando y que lo de las redes sociales es un fenómeno. Tan cierto como que mantenerse al día con toda la información que nos llega es prácticamente imposible.

La información se vuelca sobre más información, que se distribuye, se archiva, se promociona, se lee, se pierde, se recopila, se redistribuye, se reescribe… hasta que te explota en el cerebro. Y como a todo eso se le llama “know how”, hay que seguir. Podríamos estar toda la jornada entretenidos consultando y leyendo y nos faltarían horas y días. Pero como además no es así, no disponemos de ese tiempo y el alud de información es de grado 5 (muy fuerte), nuestro nivel de aturdimiento y de ansiedad se dispara, no llegamos a todo. Lo paradójico es que, a pesar de ello, queremos saber más.

Y llegado a este punto, mi duda es si al final de la semana seremos más inteligentes, nos mejorará el cutis o nos habrá aumentado el patrimonio. Quizás estemos dando -sin saberlo- la bienvenida a la adicción. O simplemente somos idiotas porque queremos abarcarlo todo y no sabemos cómo distribuir nuestro tiempo y compartimentar la información.

sábado, 9 de abril de 2011

RT Stop Canada's Cruel Seal Slaughter

Mother seals can barely find ice to give birth on. The bottom is dropping out of the world market for seal fur. Thousands of restaurants refuse to serve Canadian seafood until the slaughter stops. Yet Canada presses ahead with the killing as usual.

Let's show Canada that the end to the seal slaughter is as inevitable as melting ice.
We need more than a boycott... 

miércoles, 6 de abril de 2011

A VUELTAS CON LA MUJER SOUVENIR

¿Alguien cree que el uso de mujeres como reclamo publicitario o como souvenir efímero de un evento ayuda a combatir la violencia de género?


La violencia contra las mujeres adopta muchas formas. Las más comunes son la violencia de pareja, la violencia sexual (incluida la violación) y el acoso moral (sexual y emocional / psicológico).


Otras formas generalizadas en todo el mundo son: la explotación sexual, el tráfico sexual y las prácticas tan agresivas como la mutilación o corte genital femenino forzado, los llamados "asesinatos de honor" y el matrimonio infantil.  

La violencia sexual como táctica de guerra es otra forma poco conocida de vejación.  Pero en muchos contextos, la violencia sexual no es una acción aislada que realizan soldados descontrolados, sino que se trata de una táctica de guerra bien calculada. 

Ninguna mujer o niña en el mundo es completamente libre del riesgo de violencia y abusos. ¿Qué triste e impotente te hace sentir el saberlo, no? Las mujeres no siempre hablamos, algunos silencios esconden momentos y situaciones dolorosas y humillantes. Piénsalo...


La realidad es que la violencia contra las mujeres es inaceptable y es una cuestión de Derechos Humanos con graves consecuencias para la salud y con efectos sociales y económicos devastadores.


¿Alguien cree que las campañas comerciales de muchas macas son compatibles con las declaraciones de responsabilidad social de sus organizaciones?

lunes, 4 de abril de 2011

¿AUN PIENSAS QUE LAS BESTIAS NO AMAN?

Los animales, que no las bestias (me parece peyorativo), aman, sí. Todos los animales aman, no solo los primates, y no solo ellos muestran su afecto de forma parecida a los humanos. Quizás no lo sepan el equipo de marketing de Hyundai ni sus publicistas, pero nosotros sabemos de su amor desde siempre. Y sabemos que si existiera respeto por ellos, seres vivos con los que compartimos el planeta (eufemísticamente "el medio ambiente"), otro mundo sería posible. Tenemos tanto que aprender de los animales, les debemos tanto y nos piden tan poco.


Los animales, que no las bestias, aman. Y se relacionan, comparten, juegan y también sufren... sobre todo por el daño brutal y atroz que les ocasiona el ser humano.


También nosotros, los que sabemos de sus amor y de su dolor, hemos hecho campañas. Nuestras voces están extendidas por todo el mundo. Evitar que sigan sufriendo está al alcance de todos y en particular de nuestros gobiernos, locales y estatales. 


Aquí van algunos enlaces de amor y de sufrimiento:


- Nacimiento de un delfín
- Matanza de focas en Canadá 
- La dulzura de una loba con sus cachorros
- Elefantes, homenaje a las madres del mundo animal
- Factorías de cachorros y Perros maltratados

EL SECUESTRO DEL PODER EN LAS ORGANIZACIONES

Antaño, el comercio de personas era habitual, y princesas, doncellas y héroes fueron las primeras víctimas de este negocio, ejercido no solo con el propósito de obtener beneficios y recompensas en especie y dinero, sino también para fijar condiciones de guerra. El secuestro, que hoy designamos como “violencia social”, era entonces una forma normal de sometimiento y se enmarcaba dentro de los parámetros de soberanía de un pueblo. Amparándose en el espíritu y derechos de la época, quien vencía en una guerra tomaba posesión del territorio conquistado y hacía vasallo al pueblo derrotado. Con la evolución de la sociedad, de las grandes fortalezas defensivas medievales hemos pasado a los mecanismos institucionales que, desde la perspectiva jurídica, criminalizan el acto del secuestro.

Cuando hablamos de secuestro en España, el diccionario nos muestra dos formas a ambos lados de la ley, la delictiva y penalizada por la legislación estatal (retención de personas) y la que, en el cumplimiento de las funciones de su cargo, ejerce el juez o la administración de justicia conforme a la ley (embargo judicial). Según estas reglas, quedaría excluido de delito aquel caso que se produjera a la inversa: el secuestro de documentos en una organización por parte de un individuo o grupo de individuos. Una acción que no va desvinculada de la intencionalidad “espiritual” de quien comete el acto del secuestro, y que no es otra que el secuestro del poder. 

Retomemos ahora algo de lo antedicho: “no solo para obtener beneficios y recompensas en especie y dinero, sino también para fijar condiciones de guerra”. En una organización (ente público, empresa, partido político, asociación, fundación…) no hablamos de guerra, sino de conflicto. No obstante, el lenguaje bélico no escapa a los hábitos agresivos de nuestra sociedad, y podemos decir, sin temor a equivocarnos, que en las organizaciones se libran verdaderas batallas tanto a nivel horizontal como vertical, es decir, en “todos los frentes”, por la consecución de ese poder.

Andemos de nuevo por el pasado y pongamos el ejemplo de una guerra de aquellas que se libraban contra los indígenas de las Américas en el siglo XVII, una guerra con dos estrategias, ambas definidas para tomar el poder y el territorio de un pueblo. La primera estrategia tenía como fin deponer las armas del pueblo indígena (que luchaba en legítima defensa contra el ataque colonial) a través de su evangelización. Era una alternativa “pacífica” en oposición al ataque armado del ejército colonizador. Pero dicha estrategia fracasó, así es que tomó liderazgo la segunda: capturar indígenas para luego esclavizarlos y venderlos; así se conseguía, también, mano de obra para resarcir la pérdida causada por el descenso demográfico. 

De la misma manera, en una organización coexisten un conjunto de coaliciones con intereses divergentes, por lo que el poder es un instrumento para conseguir los fines de un grupo o un sujeto, fines que pueden ser o no compatibles con los de la organización. Y cuando la estrategia subliminal de una persona o grupo por el poder fracasa, ¿hacia qué frentes o con qué mecanismos se libra la batalla?

En un conflicto de poder, las variables son casi infinitas. Una de las estrategias para conseguirlo es el “secuestro” de ese poder. Puede ocurrir que el poder legítimo, aquel que se deriva de las obligaciones, derechos y deberes del sistema cultural de la organización y que se canaliza a través de un puesto o cargo (al que, a lo mejor, no todos dan conformidad) esté “secuestrado” por los mismos individuos que ejercen normativamente ese poder y lo capitalicen de forma oligárquica para tener el control de la organización o específicamente sobre algunos individuos. Y como la guerra también se basa en el engaño, quien tenga el control de la gestión, los recursos, los balances financieros, los documentos y la información, tomará decisiones relevantes y podrá someter al enemigo incluso con una estrategia ofensiva (si la estrategia del “status quo” se tambalea). Si, por añadidura, existen situaciones de apoyo recíproco con las redes sociales (incluido el poder político), la satisfacción por los logros en el campo de batalla será mayor (o total).

¿Lícito? ¿Correcto? ¿Podemos saber bajo qué parámetros se determina si la consecución de los fines y los medios para alcanzar el control del poder son los correctos? La respuesta es fácil: los de la ética. Si hacemos distinción entre lo correcto y lo incorrecto desde un concepto ético, podremos determinar si hay bondad o maldad en aquellos actos objeto de nuestra observación (o de los que somos “objeto objetivo”). Y si el hecho real, o la "objetividad" del acto visto desde nuestra propia conciencia –que no desde un código ético inexistente- no es de derecho, entonces podemos decir que se está actuando de un modo que no es ético.

Creemos debate. Si aquellos mismos actos que nuestra valoración ética ha dictaminado como incorrectos se aceptan socialmente y se ponen en práctica de forma reiterativa y sin ningún escrúpulo, entonces pasarán al apartado de normales (por habituales), y de ahí a parecer correctos (que no a “ser”), habrá un paso. Dicho de otro modo, si la moral de nuestra sociedad, aquellas normas (no necesariamente escritas) que utilizamos para orientar nuestra conducta social como individuos, y que llegan del exterior o desde nuestro inconsciente, acepta algunos actos de hecho como “normales”, estamos lejos de tener una conciencia ética. Nuestra voluntad y conciencia, pues, está subyugada por los diferentes grados de malicia, ambición y crueldad (aunque suene duro decirlo).

¿Cómo podemos evitar, controlar, corregir, situaciones de secuestro de poder y abuso de poder y todas las consecuencias que de ello se derivan sobre un colectivo o un individuo? ¿Cuántas de nuestras organizaciones disponen de un comité de ética, de un “ombudsman” o defensor de la ética, contratan mediadores, abogados o profesionales que cumplen la función de verificar sus conductas y actividades? Gerentes y directivos de empresa, funcionarios de gobierno y cargos públicos, que son quienes tienen la tarea de decidir qué es lo correcto para la organización y el país, están libres de ser valorados éticamente porque hemos llegado al punto en el que si algo no es punible penalmente, se puede hacer. Existe secuestro de poder de hecho en nuestras organizaciones que queda impune porque no hay cobertura jurídica (no es delito tipificado). La intervención de la administración - en el caso de una asociación o fundación, por ejemplo- sería de derecho en algunos casos de secuestro de poder, pero -de hecho- la administración se inhibe. Tampoco podemos acusar de prevaricación a un funcionario por omisión, de hecho, de sus deberes. Gracias a este vacío, la apariencia de imparcialidad, objetividad y credibilidad ni tan siquiera es necesaria. Lo normal de hecho no coincide con lo normal de derecho. Incoherente.

RESOLUCIÓN ADECUADA DE CONFLICTOS, UN ENFOQUE PARA LAS ORGANIZACIONES

Qué tu objetivo sea la solución del conflicto, no sacar ventaja”
                (Fórmula mágica para la resolución de conflictos)

Este artículo está dirigido a empresas y organizaciones, y a aquellos profesionales que las integran, desde su estructura o desde su entorno: empresarios, gerentes, área directiva, de comunicación, consultores, académicos, sindicatos, patronales… Porque creo que todos entendemos que una organización es una entidad socioeconómica inteligente que necesita conocer y estudiar modelos, estrategias y procedimientos de valor diferencial para su mejora funcional interna y externa. Entre todos, y con una mentalidad abierta, podemos crear un nuevo espacio en el que tratar las complejas interrelaciones y situaciones que se establecen en la organización.

Las controversias, los problemas y los conflictos en el entorno de las empresas y las organizaciones pueden ser comunes a todas ellas y consecuencia, a su vez, de las importantes y rápidas adaptaciones al nuevo entorno (globalización e internacionalización). Paralelamente, las actividades propias de cada empresa o de cada sector pueden ser fuentes concretas de conflictos (los derivados de los canales de distribución o los de medio ambiente o los derivados de los nombres de dominio en Internet…). Por su parte, las empresas familiares, sufren sus propios conflictos (los derivados de la sucesión en la dirección del negocio o de la rivalidad entre hermanos o de las necesidades de liquidez de la familia…).

Pero también desde la cultura interna de la organización y desde su estructura se manifiestan otra serie de problemas que pueden afectar a la productividad y a las relaciones y para los que se requiere una solución eficaz. Podemos hablar aquí de conflictos menos visibles (el aumento del absentismo laboral, las diferencias entre departamentos o sedes o entre trabajadores, una deficiente o escasa comunicación interna, un clima laboral enrarecido…). Para todos ellos, conflictos externos o internos, es necesario estudiar y analizar la situación, identificar los conflictos (fuentes, causas, tipo de conflicto…) y diseñar una estrategia, con su plan de acción; no solo para resolverlos, sino también para generar e integrar cambios, mecanismos de prevención y control y crear, así, nuevos valores.


Hay que partir de la base de que no todos los conflictos son susceptibles de ser solucionados en los juzgados. Con referencia a los que se llevan a la administración de justicia, no hay que olvidar el elevado coste que los procesos judiciales representan para las organizaciones, los trabajadores y su entorno. Costes que se pueden medir no sólo en términos económicos (en ocasiones muy altos), sino también de tiempo (a veces años), personales (coste emocional y relacional) y de imagen (desprestigio). Veamos algunos detalles y a los actores del procedimiento judicial que nos darán también la clave para entender por qué la necesidad de una cultura más participativa y cualitativa en la resolución de conflictos.


En la cultura autoritaria -de la que hoy todavía somos herederos- el abogado suele entender las situaciones conflictivas como enfrentamientos irreconciliables. El juez, que dicta la sentencia basada en la razón y la experiencia -pero según su interpretación de la ley- no promueve necesariamente el acuerdo. Las partes en litigio no se hacen responsables de la solución de su problema y son espectadores de la batalla cuyo objetivo es “destruir al enemigo”. El proceso judicial, por tanto, alarga el conflicto y lo encona.
Por el contrario, resolver los problemas fuera de los tribunales significa que los protagonistas son los actores del conflicto y son los guionistas del acuerdo. Las partes tienen el poder de decidir por sí mismas, aumentando también el nivel de compromiso, tanto durante el proceso como en el mantenimiento del acuerdo final. No se trata de buscar quién tiene razón. No se trata de buscar la verdad. Se trata de aprender a escuchar, a comunicarse de forma productiva y constructiva, de resolver problemas, de salvar obstáculos, de crear coincidencias donde antes había diferencias. Se trata, en definitiva, de manejar de forma diferente los conflictos.

Hay varios métodos (y técnicas interdisciplinares y trans-disciplinares derivadas de estos) para resolver diferencias de criterio, controversias o conflictos de forma no litigiosa. Son los llamados métodos ADR (Alternative Dispute Resolution) y que en castellano llamamos GAC (Gestión Alternativa de Conflictos). Hablamos de Mediación, Conciliación, Negociación, Arbitraje… Estos procedimientos hace ya tiempo que se utilizan con éxito en el mundo empresarial y de los negocios en países pioneros como los Estados Unidos, Gran Bretaña o países iberoamericanos. La característica común de todos ellos es que son procesos voluntarios y confidenciales. Y como creyó en su día el experto mediador inglés Andrew Floyer Acland, estos métodos deberían englobarse bajo el epígrafe “Resolución Adecuada de Conflictos” (ADR) o Gestión Adecuada de Conflictos (GAC). Lo alternativo, en todo caso, debe ser todo aquello que diste de un acuerdo negociado por las partes.

Aplicados a la organización, estos métodos permiten valorar y aprovechar oportunidades. El primer paso para el cambio es la abertura y la flexibilidad. Resistirse a reconocer que existen conflictos y resistirse a un cambio de tratamiento (siempre por parte de profesionales externos) solo puede alejar a las organizaciones de una transformación social profunda y de una respuesta innovadora y eficaz con impacto dentro y fuera de  su estructura.